Las pelotas despidieron el año La Plaza de la música.
Sí, no es un error de tipeo. Germán y los suyos volvieron a la ex Vieja Usina para despedir el año EN MAYO, antes de entrar al estudio a cocinar el que será el decimoquinto disco de las pelotas (decimoprimero de estudio).
A las 22 hs. ni un minuto más ni un minuto menos, se apagaron las luces y, en las 5 pantallas colocadas en fila que decoraban la puesta en escena, el borde negro de un puño, impreso en un fondo blanco. A medida que avanzaba la intro, a ese puño se le sumaban siluetas que simulaban gente marchando. “Basta”, el grito de protesta más claro y más fuerte del cancionero pelotero, fue el inicio de un show que parecía iba a ser más de lo mismo, pero que sorprendió. Las primeras palabras de Germán fueron “Tenemos 20 minutos”, y acto siguiente en las pantallas comenzó a correr un cronómetro mientras sonaba el clásico de “Corderos en la noche”, de 1991.
“Voy a cantar una de Abel Pintos a ver si levantan un poco”, sentenció Daffunchio, quejándose de lo apagado que estaba el público ante dos temas que, años atrás, desataban los pogos que tanto nos gustan. Los años pasan, los sonidos cambian, evolucionan; y el público se renueva. Las Pelotas sabe de eso, y en cierto punto, es una de las bandas que padece (?) esto del recambio de público. El viernes en la plaza de la música hubo menos gente que en su visita en Septiembre del año pasado, y eso puede atribuirse al precio de las entradas tanto como a la deserción de muchos de sus seguidores. Lo cierto es que fue un show para el pelotero de los primeros años, y que los fans de corear “Soy un pato” quizás se vieron un poco decepcionados. “Que podes dar?” fue ese tema de Abel que logró levantar un poco más a los presentes, que automáticamente volvieron a calmarse cuando sonó “Tormenta en Júpiter”, otro clásico viejito. “Ya no estas” cerro el potente inicio del show.
Hubo lugar para recorrer todos los estilos (y discos) a los que las pelotas nos tiene acostumbrados. Bajaron un cambio con “El ñandu” (de Amor Seco, 1995) y “Pasajeros”, y la sensación de estar en un fogón en medio de las montañas no fue menor. Mientras repasaban algunas canciones de “Brindando por nada”, disco que despedían esa noche, se escuchaba a la gente puteando por la lentitud en la barra. La eterna espera por una cerveza helada fue acompañada por “Algún día será mejor”, “Victimas del cielo” y “Era”. Cerraron el fogón cancionero con “No me acompañes” y “Personalmente”, dando paso a otra especialidad pelotera: el reggae.
Si algo les sale bien a Las Pelotas es hacer reggae. En cada uno de sus discos hay, mínimo, una canción que recuerde al género favorito de Marley, el mismo género que un pelado italiano que tomaba ginebra nos hizo descubrir. “Que estés sonriendo” y “Transparente” dieron su dosis de humo dulce y sonidos negros. Punto alto de la noche (Al fin!) lo dio “Si supieras” y el clásico coro “Las pelo, las pelo, vamos las pelo, las pelotas!”, acompañando la trompeta del Pollo. El momento romántico lo dieron “Cuando podrás amar” y el fetiche pelotero más grande, “Sera”. Esa que fue elegida mejor canción de rock nacional de los diez primeros años del 2000.
“Hace poco acá se murió un tremendo hijo de puta. Ese hijo de puta era Luciano Benjamín Menéndez”, sentenció German. “Rey de los divinos” y “Rompiendo la puerta” fueron dedicadas al genocida, con el deseo de que nunca descanse en paz.
El único invitado de la noche fue Gabriel Dahbar, de Cayacanaya, para entonar un himno pelotero, el mismo que daba cierre al primer disco: “Nunca me des la espalda” seguida por “Día Feliz” (palo a Menem incluido). Da escalofríos escuchar a Gabi cantar las canciones del Bocha, su tono de voz guarda cierto parecido con el de Sokol. El cierre fue de la mano de “Esperando el milagro”, mientras las pantallas tomaban la forma de ventanas, y “Brindando por nada”, reafirmando esto de la despedida del álbum. Faltaban los bises, claro.
Dos de las más nuevas, “Hasta el fondo del río” y la que todos estaban esperando (o quizás no): “Escondido bajo el brazo” levantó a toda la plaza, y se sintió bien fuerte el coro “soy un pato”. “Bombachitas rosas” y “Shine”, el clásico cierre para una velada perfecta. Ya se encendían las luces, la gente comenzaba a irse… PERO HABÍA MÁS!. “A donde van culiau? Esto todavía no termina” nos dijo Pollo antes de que la banda volviera a ocupar su lugar para entonar el himno nacional pelotero. “Capitán América” sonó mientras en las pantallas el rostro en blanco y negro de Trump se distorsionaba y deformaba, a la vez que todos levantamos el dedo medio apuntando directamente hacia él.
Y si, Las Pelotas tenían que ser de acá, de América del sur, BIEN AL SUR!
Crónica realizada por Agustín Martinez, fotografías Nicolas Papa para www.delaviejaescuela.com
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