El pasado 18 de mayo la banda liderada por Piti Fernandez, paso por la Plaza de la Música
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“La mejor distancia social es bien juntitos, bien juntitos y saltando”.
exclamó el Piti Fernández el pasado viernes 18 de mayo en la Plaza de la Música. Las Pastillas del Abuelo se posicionó en el escenario cordobés pasadas las 21:30 horas, y aunque sentimos que el mundo está en nuestra contra, cuando suena “Rocanrol N n n” nuestros alter egos dejan salir su voz para convertirnos en caraduras y cantar a los gritos recibiendo a la banda porteña.
Con el clima rosa que crean temas como “El Favor”, “Rompecabezas de Amor”, “Amar y Envejecer”, “Ojos de Dragón” y “Loco por Volverla a Ver” en el público se destacaban lxs amantes que derrochando dulzura no dejaron pasar ni una oportunidad para disfrutarse, besarse y cantarse cerquita, desprendían esa mística que da ganas de volver a enamorarse.
Por otro lado estaban los grupos de amigxs, pogueando y gritando “Otra Vuelta de Tuerca” festejando a la familia que uno elige en un presente a puro sentimiento. El Piti y su armónica alentaron un show espectacular que duró dos horas, sus compañeros dejaron todo en el escenario.
El recorrido de la banda hizo que cada instrumento sonase irreprochablemente, desde el baterista Juan Comas y Santiago Bogisich en el bajo, hasta Joel Barbeito en el saxofón lograron mantener la manija intacta del principio hasta el fin haciendo que nos duelan las gargantas y los piés del agite.
“El Piti tiene razón, el Piti tiene razón, esto es una fiesta, la put* madre…” sonó varias veces en el público. La calidez que caracteriza a Las Patillas era transmitida también por sus fanáticxs, las generaciones mezcladas y no poder encasillar al público en un estándar social hizo que le hagamos caso al cantante, sintiéndonos corporal y sentimentalmente juntitos y saltando, lo que convirtió a la Plaza en un abrazo.
Pasando la media noche se dio por finalizado el show, pero los pogos seguían afuera, y con la birra como elixir era obvio que la noche no terminaba ahí para la gente, tampoco para los artistas; con la oscuridad preciosa de una noche en pañales, todxs salieron para seguirla en el antro de preferencia.
Gracias a Las Pastillas del Abuelo por regalarnos esa serotonina que tanta falta nos hace para seguir vivxs y por ser siempre un show imperdible que nos recuerda la importancia del hambre de soñar.
Crónica realizada por Lucía Cabrera Preciado, fotografías a cargo de Eugenia Barrera, para www.delaviejaescuela.com
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