HUMO DEL CAIRO: “Una cápsula a décadas pasadas”

En una noche en la que la lluvia y la luna tomaban turnos para ser protagonistas, el mejor refugio estaba en el Abasto, que hace semanas anticipaba un show que ningún amante del stoner nacional podría dejar pasar. Humo del Cairo volvía a Córdoba, y el escenario de Refugio Guernica estaba dispuesto a recibir al trío que mejor representa el rock pesado psicodélico hoy.

La cita comenzó con “Perro del desierto”, una joven banda de Malagueño que mezcló perfectamente el feeling stoner que todos fuimos a buscar con riffs de blues, resultando en una propuesta nueva y multifacética. Fue notable el contraste que lograron entre las melodías pesadas y distorsionadas del stoner más crudo con secciones más claras y limpias, que dejan entrever la sutileza de los músicos a la hora de matizar su interpretación. Juan Pisoni en la guitarra, Pablo Romero en el bajo y Alejandro Giménez en la batería demostraron que es posible mezclar el rock psicodélico y los ritmos del blues.

Minutos más tarde, todos los vúmetros se pusieron rojos con la llegada de Lenguaje de Víboras, que aportaron su dosis de hardcore a un Guernica que, de a poco, se iba llenando. El protagónico Paulo Hell le puso voz a una autodenominada “South American Noise Machine”, provocando que los más asiduos al metal se vean obligados a levantar la mano cornuta. El prolijo bajo de Agustín Riveri, los power-chords de Paolo Manavella y el incansable doble bombo de Octavio Barale fueron los encargados de llevar adelante un set potente y con los decibeles bien altos.
Ambos grupos fueron el preludio perfecto para el viaje que estaba a punto de comenzar, lleno de humo egipcio y psicodelia por doquier. Mientras se ponía a punto la batería en el medio del escenario, en Guernica ya no quedaba mucho espacio, porque los fanáticos de Humo del Cairo ocupaban cada rincón.

El primero en aparecer fue el Tano Bianchi que, encargado de las bajas frecuencias, calibró su instrumento y se alistó. Simultáneamente, a la izquierda del escenario, Juan Manuel Díaz hacía lo mismo con su guitarra, parado en frente de un amplificador con colores y diseños representativos del movimiento, y sobre el cual reposaba una lámpara, donde estimo que dormía un genio, que más tarde despertó con las notas iniciales. Sólo faltaba Franco Salvador, el flamante baterista del conjunto, pero que nada tiene de flamante en el mundo de la música siendo el baterista de PEZ. Los fanáticos, al grito de “¡Vamos Tano!”, esperaban ansiosos a que suenen los primeros acordes y comience la travesía. Exactamente a las dos de la mañana, la agrupación soltó los primeros acordes de Abedul, una canción relativamente nueva que todavía no fue grabada en estudio. Se fueron sucediendo varias canciones, que funcionan como recopilatorio de toda su carrera musical hasta ahora: Los ojos, Sepia, Tierra, En las cumbres (la preferida de quien escribe), Panorama, y ambas partes de El Alba, una especie de himno del stoner nacional. Promediando la mitad del show, Juan Manuel reveló que están terminando de pulir y de grabar algunas canciones de Epílogo, su nuevo EP, que cierra una trilogía de composiciones que comenzó con Preludio en agosto de 2014 e Imaginario en diciembre del mismo año. El vocalista también nos contó que presentarán este trabajo en el Teatro Vorterix este 25 de noviembre. Epílogo, entonces, es el punto cúlmine de un trabajo de muchos años y que, en conjunto, los tres EP’s son una cápsula a décadas pasadas, una pequeña ventana que nos deja ver las raíces del rock psicodélico en el país y la filosofía DIY que reinaba en los noventa. Todos los asistentes vitorearon este anuncio, incluso sabiendo que la presentación será a varios cientos de kilómetros del histórico Abasto cordobés. Entre canción y canción, el Tano Bianchi, con un puño en el corazón, agradecía vivamente a todos los presentes, con un sincero gesto de gratitud. Presumo que el bajista hablaba y gesticulaba por toda la banda, porque en repetidas ocasiones manifestaron un especial recibimiento por parte del público cordobés, que siempre se comportó de maravilla para con los bonaerenses.

Después de este brevísimo impasse, y ya cerca de las tres de la mañana, el trío siguió interpretando algunas canciones de su última producción en estudio, como Alumbra y Emir, y N Tesla, del primer EP de la trilogía. El punto álgido de la noche llegaría a continuación, con el ya clásico A tiempo, donde todas las cabezas se movieron en perfecta sincronía con el pulso, y todas las gargantas entonaron “y para vos, son un recreo”, con el mismo enojo y repulsión con los que Juan Manuel interpreta esa pieza. La energía fue tal que antes de poder llegar al primer estribillo, ya había algunas audaces almas formando un pogo, que fue breve e intenso en partes iguales. Ya llegando al final del espectáculo, comenzó a sonar la introducción de Cauce, que más adelante explota en un poderosísimo riff, perfecto exponente de la fuerza indómita del stoner rock. Esa melodía, esa progresión de notas hizo que todo Guernica entre en un trance psicodélico, donde los slides de Juan Manuel, el fuzz del Tano y el volumen de Franco en los platillos fueron el cóctel ideal para dejar en claro que el stoner nacional tiene mucho para decir.

Así, Humo del Cairo de despidió de Córdoba, dejando  un público hipnotizado, a la espera de nuevas noticias de su paso por la docta. Una combinación de musicalidad, talento y actitud le dieron a la noche una tonalidad caleidoscópica, caracterizada por lo psicodélico, y que fue un viaje de ida a sonidos nuevos, que son los que nos esperan en Epílogo. Esperamos, entonces,  que el powerhouse del stoner nacional vuelva a tierras locales, mientras guardamos en nuestra memoria un show épico, relator de una epopeya que está cerca de su fin.

Crónica realizada por Remigio Gonzalez Ardanaz, fotografías Dayana Olmos para www.delaviejaescuela.com

 

 

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