Hay bandas que conectan muy bien con el público, pero olvidan pulir su interpretación. Algunas destilan talento, pero pierden aceite con el feeling. Hay otras que son fieles a sus grabaciones en estudio, pero sus performances son robóticas, sin vida. Eruca Sativa, es todo lo primero y nada de lo segundo, y todos fuimos testigos de ello el pasado viernes en Plaza de la Música. En su primer show del 2018 en Córdoba, en conjunto ofreció un espectáculo prolijo, muy poderoso y fiel a su discografía.
Después de una prudente media hora, y después de una ensayadísima puesta en escena de Fly Fly Caroline, el trio cordobés salió al escenario junto a una lluvia de aplausos. Para que sigamos siendo abrió el setlist, que fue una perfecta síntesis de toda la historia discográfica de la banda. Durante el interludio de la canción, Lula apuntó al cielo, preparando a todos para gritar fuerte el estribillo. Siguió Inercia, cuya única desviación de la versión de estudio fue un breve solo de bajo de Brenda. Vino a continuación El balcón, una canción que se hizo desear mucho en la última visita del conjunto a la docta, y que puso a todos a bailar. El leitmotiv de la canción fue recalcado, acentuando aún más su feeling funky tan característico.
Con Abrepuertas, Eruca Sativa les recordó a todos los presentes que son más que capaces de tocar canciones potentes, pero no por ello descuidar los matices. Justo después de la última nota, aparecieron las primera palabras de la velada, con un fuerte “¡Buenas noches Córdoba!” de Lula, que instantáneamente muteó para interpretar El genio de la nada. Esta canción, que revolotea entre lo misterioso y groovero, dio lugar a los primeros pogos fuertes bien cerca del escenario. Se siguieron Mi apuesta y Desátalo, ambas canciones de su segundos disco de estudio, ES. A continuación, Gabi Pedernera dejó las baquetas y se calzó una guitarra, para interpretar con las cuerdas, y junto a sus compañeras, Somos polvo, una canción en 3/4 que pone de manifiesto una de las principales cualidades del conjunto: la multiplicidad rítmica y de géneros que coexisten en su música. Todo el público, consciente o no de esta particularidad, empezó a aplaudir con el clásico patrón “mamá-papá”, que los argentinos llevamos en las venas.
Seguía en la lista Confundiste, una canción subversiva, que le dice “Na na, na na ná” a la servidumbre, al sometimiento, a la esclavitud. Este fue otro perfecto momento para el pogo, y que muchas personas aprovecharon para subirse a los hombros de otras. Más adelante, Japón nos dio ese riff símil Rage Against the Machine, diseñado para mover la cabeza junto al pulso. Esta canción fue un punto de quiebre, y que fue el preludio para Sin la red, tema que propuso un ambiente muy melancólico, no tan explosivo. Siguió Balas invisibles, una canción inédita del disco Blanco, conectada con Fuera o más allá y Eco.
Más adelante Justo al partir, la quinta canción de Barro y Fauna, fue un despliegue de musicalidad y técnica sobre el escenario. La potencia y exactitud de los golpes de Gabi, la profundidad en los graves y el fuzz en el bajo de Brenda, y la dinámica en la voz y el carisma de Lula configuraron una soberbia demostración de talento y experiencia para tocar en vivo. Es asombrosa la similitud de esta presentación con el sonido y la fuerza de sus trabajos en estudio, en especial las partes vocales, comandadas por Lula. Sólo es necesario asistir a uno de los shows de Eruca para descubrir que todos los arreglos e ideas presentes en los discos son replicados a la perfección en sus presentaciones en vivo.
Seguidamente, Lula dijo: “Hoy es una noche muy especial, no solo porque estamos en nuestra ciudad amada, sino porque vamos a recordar a un cordobés que siempre venía a los shows y ya no está más: Titi Rivarola. Esta noche es para él”, palabras que encadenó con las primeras notas de Amor ausente. Este ya clásico del conjunto apaciguó al público, que cambió el pogo por abrazos, y ablandó el corazón de todos, llenando de lágrimas los ojos de quien escribe. Un haz de luz violeta iluminó a la guitarrista, justo para Antes que vuelvas a caer. Estas dos canciones en conjunto dejaron ver otra faceta de la capacidad musical del trío, que es el control de los matices y de generar distintos feelings con sus composiciones.
Siguió el icónico cover en inglés de Eleanor Rigby, que fue una canción intermedia perfecta como nexo entre el pasado momento melancólico y la poderosísima sección que seguiría. Durante la interpretación, los tres músicos rotaron. Brenda tomó el control de los parches, Gabi de las seis cuerdas y Lula de las bajas frecuencias. “Estamos cumpliendo 10 años, y hay gente que hace 10 años que nos sigue, que nos aguanta. Gracias a todos los que creyeron en nosotros desde el día cero” dijo Lula, para dar lugar a Agujas, cuya avasallante introducción le devolvió los motivos a los fanáticos para poguear. De la misma manera pasó Tarará, con los slaps de Brenda marcando la melodía.
El momento más frenético del show llegó con Magoo, que es quizás la canción más icónica de Eruca, donde Lula puso a trabajar el killswitch en su guitarra. Para no aflojar con las canciones potentes, sonó Queloquepasa y Nada salvaje, siendo esta última una canción muy difícil de interpretar en vivo por su efecto de glitch informático traducido a lo musical.
“No dejen de escuchar bandas de Córdoba. Tenemos que apoyar los nuevos proyectos. Paguen las entradas. Solo así se mantienen vivos. Por favor. Gracias” suplicó Lula, en un pedido de solidaridad con los proyectos emergentes cordobeses. Sonó, entonces, Armas Gemelas, la canción insignia de su último disco, y que recibió mucha ayuda en el estribillo por parte de los presentes. Con un categórico CHAU, el trío empezó a hacer reverencias a toda la Plaza de la Música. Un poco perdido y sin mucho protagonismo, Brenda hizo un gesto que da esperanza a todos los cordobeses, ya que hizo una seña con la mano en forma de círculo, diciendo entre líneas que volverían pronto. Ya cuando volvieron las luces, los músicos seguían con el público, sacándose fotos. No pudo faltar aquí una seña por la que Lula viene demostrando luchar de forma consistente. La cantante agitó fervientemente un pañuelo verde, manifestando su adherencia por la despenalización del aborto, en consonancia con la lucha feminista.
A las 23:45 terminó un show potente, musicalmente exquisito y con una precisión quirúrgica. El trío demostró una vez más que las bandas locales pueden tener proyección internacional si trabajan duro en pulir su sonido y sus composiciones. Sólo esperamos una cosa de Gabi, Lula y Brenda, y es que vuelvan lo antes posible.
Crónica realizada por Remigio Gonzalez, fotografías Dayana Olmos para www.delaviejaescuela.com
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