DIVIDIDOS: “Caballos de la noche en el abismo punk”.

Festejando sus 30 años de carrera, pero no aún en el marco de esa gira, Divididos volvió una vez más al predio de Avenida Cruz Roja.

Cada vez que vemos a Mollo, Arnedo y Ciavarella en el escenario entendemos a la perfección por qué se ganaron el mote de “aplanadora” de nuestro rock. Con entradas agotadas (como de costumbre), Divididos Desplegó toda su potencia en Quality.

22 horas puntual, las luces se apagaron para que comience a sonar el himno nacional argentino, entonado por mollo acompañado de la sinfónica de Buenos Aires. De guardapolvo blanco, las imagenes de Ricardo proyectadas en las pantallas hacían a más de uno desear que nos de clases. Terminó dando catedra.

“Miente el after hour” inició una extensa lista de clásicos de todas las épocas de la aplanadora. “Ay que Dios boludo” siguió con la gente expectante a algo un poco más arriba. “Casi estatua” rompió con el frío y fue el primer pogo. La patota se abrazaba para no morir de frío cuando fue el turno de “Haciendo cosas raras”.

Antes de frenar un rato y darnos respiro,amagaron con la intro de “Sábado”. Nos quedamos con las ganas, pues prefirieron regalarnos una versión de “Que tal?”, mechado con “Azulejo” y el primer guiño a Sumo con “La rubia tarada”. A continuación, el ya clasico de todo evento: MMLPQTP !. “Y no es el único eh, la lista es interminable” sentenció Ricardo solo para recibir la ovación de la gente. Otro guiño a Prodan con “Paisano de Hurlingham” y ahí mismo se calzó la acústica.

“NARIGON del siglo” es un disco que está plagado de hits, principalmente las canciones de fogón. “Cómo un cuento”, “Spaghetti del rock” y “Par mil”, la intimidad hecha melodía. La aplanadora es un híbrido fantástico entre Hendrix y Yupanqui, por eso no faltó la chacarera. “Huelga de amores” y la primer bajada de línea, la historia escrita por vencedores no pudo hacer callar a los tambores. Le acercaron ub pañuelo verde, insignia de la lucha por el aborto legal, y lo dejó colgando, aconpañando las vibraciones de su ampli.

Revivieron a dos grandes con dos de sus mejores covers. Jim Morrison se hizo presente con “Light my fire” y nuestro rey, el de los del fuego, Sandro, se encarnó por unos minutos en la voz de Ricardo con una tremenda versión de “Tengo”.

Se vio volar hacia el escenario una libretita, resultó ser un DNI, de los verdes, bien viejo, vencido. “Cámbialo sino no vas a poder votar” bromearon los aplanadores. Cuando Mollo estuvo a punto de devolverselo se detuvo en seco y agregó: “Te lo voy a hacer un poquito pelota”. Recordamos al más grande guitarrista de nuestro rock, Norberto Napolitano, Pappo, el carpo, y al Flaco Luis Alberto Spinetta con “Post crucifixión” y “Sucio y desprolijo”, con nuestro Hendrix criollo usando ese documento verde como púa. Demoledor.

Presagiando el final, “Amapola del 66” y pegado, el sonido de la baqueta de Catriel arremetiendo fuerte contra el hi hat, señal que se aproximaba la balacera de “El 38”. Pogo al palo. “Whole lotta love”, el hitazo de Plant, Page y compañia fue la intro para el coro de la gente acompañando el bajo del condor. Los pibes y las pibas remontaron barriletes, y la virgen paso haciendo “Ala delta”.

Para el final, el Sumazo. “El ojo blindado”, “Mejor no hablar de ciertas cosas”, “Estallando desde el océano” en un meddley en el cual desplegaron todo su virtuosismo como instrumentistas.

Prometieron volver. Cumplen 30 años, ya los estamos esperando para soplar las velitas

Crónica: Agustin Martinez

Fotos: Martin Cornejo

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