Divididos cumplio su tercer década de vida y lo celebró en el Anfiteatro Municipal Carlos Gardel, en La Falda.
El fin de semana estuvo ideal para hacerse una escapada a las sierras. Qué mejor que acompañar esa escapada con rock del bueno y llegarse a la localidad de La Falda para ver una vez más a la aplanadora, esta vez soplando las 30 velitas. De yapa, el viernes largaron su nuevo/viejo disco, “Haciendo Cosas Raras”, la regrabación de 40 Dibujos ahi en el piso; el primer grupo de canciones que Mollo y los suyos nos regalaron allá por 1989.
¿Por qué una banda como Divididos, en vez de hacer canciones nuevas (a 8 años de “Amapola del 66”), regraba su primer disco? Simplemente porque pueden. Lejos de repetirse, dan una oleada de frescura a esas canciones que tanto han tocado en vivo y que tanto han mutado de las versiones originales. Incluso se dieron el lujo de ponerle letra a una canción que no la tenía, y rebautizarla. Sin embargo, más importante es volver a escuchar esos temas, ya alejados totalmente del contexto en que fueron concebidos: Eran canciones que tocaban LOS EX SUMO. Nunca nos vamos a olvidar de eso, pero ya no son los ex Sumo, son DIVIDIDOS.
De a poco el Anfiteatro Municipal de La Falda se fue colmando, mientras la estatua de Gardel de la entrada daba la bienvenida a todos los que viajaron a las sierras. El puesto de merchandising, desbordado, lucía con elegancia los primeros ejemplares de “Haciendo Cosas Raras” en su edición limitada de los 30 años. Agotados en minutos. Poco antes de las 22 hs se abrió la entrada del vallado para que los fotógrafos se dispusieran en su campo de batalla y apuntaran sus cámaras hacia donde todo el mundo fijaba la vista. Disparos habría miles, inmortalizando a Mollo, Arnedo y Ciavarella. Ahi nomas, las luces se atenuaron hasta apagarse completamente, y el trío de Hurlingham salió a las tablas. “Buenas noches!”, asi sin más para arremeter con “Che que esperas?”, el primero de una lista extensísima que recorrió toda su historia. También la canción que abría “40 dibujos…” (Camaron bombay no cuenta). No podía arrancar el show con otro tema que no fuera ese. Pegado, “Los sueños y las guerras”. Por el aire, sobre la cabeza de Catriel y su debilidad, los platillos, volaban astillas de sus baquetas.
“Vamos a hacer el tema que le da nombre al nuevo/viejo disco” y la patota se abrazo para entonar “Haciendo cosas raras”. No dieron respiro, y las pantallas se tiñeron de verde con “Tanto anteojo”, mientras desfilaban en las leds las figuras de los narigones. “Humedad de alma gaucha no funciona porque tienen un clima buenisimo, no me duele nada”, sentenció Ricardo (que aunque no aparenta 61 seguro los empieza a sentir) mientras jugueteaba con los acordes de “Salir a comprar”, una que hacía rato queríamos volver a escuchar. Uno de los picos de la noche, cuando dejaba de cantar para que todo el anfiteatro les regale sus voces en el estribillo. “Tienen un clima hermoso, les robe un poco de sol hoy”, dijo Mollo a lo que agregó “Hoy salimos a caminar y me broncee. Me crucé con varios perros, lleno de perros. Le pregunté a una señora si mordían y me dijo que depende, que sí nos tiene miedo seguro muerden”. Entre risas, Diego marcó el tempo para que suene “El perro funk”.
Primer guiño y homenaje al Chaman Italiano, “Que tal?” fusionado con “La rubia tarada” y “Paisano de hurlingham” para cerrar el primer tramo del show, con el espiritu de Luca presente.
Los plomos acercaron dos sillas al frente del escenario y sabíamos que se venían los acústicos. El momento íntimo que tanto nos gusta de la aplanadora. “Como un cuento”, “Spaghetti del rock” y “Par mil”, los clásicos de “Narigon del siglo” (2000). “Voy a dar lugar al mejor guitarrista de folklore con distorsión de la Argentina, Diego Arnedo”, y el Cóndor se colgó la Telecaster negra para que las palmas acompañen “Huelga de amores”. “Patriotas empresarios, nativos sin orejas” y la primer bajada de linea fue respecto al conflicto de las sierras por la autovia y el #NoPorLaMontaña. “Para mi Dios es el Sol, y el Sol da vida a la tierra, a la Pacha. Cuidemosla de los empresarios, cuiden el hermoso aire que tienen!”.
Antes de continuar, aparecio una figura conocida en el escenario. Alberto “Superman” Troglio. El encargado de los parches y platillos de Sumo y de Las Pelotas en sus inicios. “Me parece que dentro de un rato lo vamos a echar a Catriel para que Superman toque algo… si es que tiene ganas de tocar”. “Vida de topo” volvio a teñir las pantallas de verde, recordando el disco del 2000, y tambien sirvio para que las pibas entonaran su lucha. Volo un pañuelo del mismo color por el aire y le cayó en los pies a Ricardo, que lo ató a su microfono. “Yo tengo tres hijos, y los tengo porque quise tenerlos. Las pibas tienen que poder decidir y no ser juzgadas. Tienen que dejar de morirse por elegir que hacer con su cuerpo. Y nosotros los varones… Senadores varones, dejen que las mujeres decidan sobre los derechos de las mujeres, cállense la boca!”, sentenció filoso. Tambien hubo lugar para recordar al gitano, Sandro, con la potente versión que hacen desde ya unos cuantos años de “Tengo”. Parece más un tema de la aplanadora que del dueño de la rosa.
“Veo que hay muchísimos nenes por ahí. Invito a los papis que los acerquen aca, adelante del vallado para que puedan disfrutar como se merecen de lo que queda del show.” Y asi fue como el que supo ser campo de batalla de los fotógrafos al inicio se transformó en el campo VIP de los más pequeños. Comenzamos a sentir el final cuando llego la hora de escuchar “Amapola del 66”, de las más lindas canciones que hayan compuesto Mollo y Arnedo. Volo una riñonera vacía al escenario, Ricardito metio una pua dentro y la dejo al pie de las tablas. “Veni a buscarla después”. “Sucio y Desprolijo”, “Rasputin” y “Paraguay”, el clasico set de cierre, bien al palo, bien fuerte, y con solos de zapatilla. Los que estabamos bien adelante disfrutamos del aturdimiento.
Para los bises, “El 38”. Hasta los pibitos delante del vallado abrian la ronda para el pogo y se imaginaban estar en el medio de aca a unos años. Cuando Arnedo empezo a puntear en su Fender el famoso riff de “Ala Delta”, lo frenó en seco. “Me parece que es hora”, y Superman se hizo presente para entonar la marcha marcial anti-capitalista repleta de gaitas: “Crua chan”. La sorpresa fue el hijo de Alberto, robandole un ratito las baquetas a Catriel y dandole fuerte y desprolijo a los parches y a los platillos. La historia continua…
Y como no podía ser de otra manera, los pibes remontaron barriletes. El cierre perfecto para la fiesta de Divididos y su gente. 30 años no son nada, y en Diciembre los tenemos otra vez por la docta.
Cronica: Agustin Martinez
Fotos: Martin Cornejo
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