Gracias a Dios, que es del palo, el sol salió entre las nubes y la lluvia dejó de ser una preocupación. Durante la tercera jornada de Cosquín Rock nos dimos el lujo de ver el show de Carl Palmer, mítico baterista de Emerson, Lake & Palmer.
Las visuales psicodélicas acompañaron la música instrumental, aquel rock progresivo que llama la atención de los curiosos más exquisitos de la música.
Guitarra, bajo y batería fueron suficientes para generar éxtasis a los fanáticos que “movieron la patita'” y la cabeza con cada ritmo, con cada golpe en la bata. Aunque el público joven siempre predominó en Cosquín Rock, había muchos contemporáneos a Palmer que estaban camuflados entre la gente.
El señor Carl, que antes de cada canción se bajaba de su batería para saludar al público y contar alguna que otra anécdota de la canción que estaba por tocar, hablaba un poco de español. Aprovechó para recordar a sus antiguos compañeros de banda, que fallecieron en el último año y asegurar que él no tiene pensado irse a ningún lado.
Un honor que hayamos tenido la posibilidad de ver a este genio en nuestras sierras. Ovacionado Carl Palmer, se despidió del escenario principal.
Cobertura realizada por Carla Ortiz, fotografias Natalia Cybuch para www.delaviejaescuela.com
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