Vientos soplan al parecer de pájaros cantores de las llanuras pampeanas. Cuerdas
armadas de las más incisivas flechas y mortales boleadoras y una tropilla anunciada con el
ardor de los tambores, divisa el frente de resistencia Ranquel contra el avance de los mal
llamados “civilizados”.
Su visión es clara desde la altura, su misión única, alzar al aire la voz del pueblo
invisibilizado. Se muestran seguros con el pecho apuntando al cielo. Siguen los pasos y le
sirven tributo a aquel héroe “joven, apuesto, alto de pelo largo a quién llamaban
metafóricamente Arbolito”.
La madrugada del sábado recibía los frescores del invierno que se habían ausentado por
esos días, desabrigando algunos cuerpos complacidos por el calor repentino.
El abasto nos esperaba como siempre con los brazos abiertos para una nueva
demostración cultural. Más bien nuestro Refugio Guernica tenía para nosotros una
presentación sublime.
Rock y folklore se fusionarían para despertar nuestros sentidos y erizar algunas pieles
sensibles al recuerdo.
Arbolito llegaba a la docta para hacernos parte del festejo de sus 20 años con un repaso de
sus caminos.
El viaje por una Amérika Bonita comenzaba con el despliegue de sus mejores melodías
compuestas en sayas, carnavalitos, tinkus, candombes y chacareras.
Vinito y Amor acompañado de un Estofado sabroso y vibrante despertaba el alma de
quienes colmaron el Refugio.
El riff de una guitarra bien potente marcaba el paso de un blues exquisito en Chacarera de
las Cloacas.
A la capacidad extraordinaria de combinar estilos y géneros se le suma los múltiples
instrumentos que forman parte de sus canciones. El charango y los vientos son aliados
fundamentales al momento de acompañar o guiar el andar de las guitarras y batería.
Sublimes chacareras replegaron a los pares para zapatear y zarandear por doquier, alzando
la voz, acompaña a quienes la luchan replicando “Tumoral celestial que lo invade siempre
todo” y aunque “aunque las esperanzas se marchitan, sólo el corazón las riega”
Un tinku que contaba el ser del aquel Sariri y un carnavalito que nos dibujó en la cara una
sonrisa, sirvieron de previa para la primera dedicatoria. “Qué lindo mostrarle al mundo que
bien se siente este abrazo latinoamericano” para Milagros.
La Costumbre del candombe, y el Huayno del norte para el desocupado siguieron con la
misma tónica festiva, para bailar tomados de las manos.
En su salsa cada uno de nosotros festejamos los acordes que sonaban. No importaba más
en ese momento.
El final se guardaba lo mejor. Un par de dedicatorias para este presente, para quienes están
“desparramando dientes, en la televisión”. Acompañando refranes de dos locales de esta
tierra latinoamericana que piden “que la tortilla se vuelva” y “que tu empresa se vaya de mi
país”. En tanto y en cuanto estaremos de acuerdo que políticos Sobran por su Mala
Reputación, por sus caras de piedra que desprecian y dejan en vista los problemas.
Fuerza, actitud y mucho de nuestra tierra cerraba la noche. Un poco de rock no sobraría, es
por eso que al igual que hace 8 años en lo que sería su primera presentación en la Plaza,
epicentro del folklore, coronaría una presentación impecable con El Pibe de los Astilleros.
“Pajaritos que vuelan por todo el cuerpo, invaden el ser. Batería resuena en el pecho, el
corazón galopa a la par. Un pasito siempre adelante, el rock y el folklore se pueden fusionar
bastante bien” dijo alguna vez, una margarita de mirada infinita.
Cobertura realizada por Nahuel Navarro, fotografías Elizabeth Kenny para www.delaviejaescuela.com
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