LAS SOMBRAS: “Atemporal a los oídos y la vista”

Todo es cuestión de tiempo, o mas bien de nuestra relación con él. Por si solo no significa tanto como lo hace si alguien remarca que todo tiempo pasado fue mejor. O que la música murió hace determinadas cantidad de tiempo. Es por la relación que el humano tiene con el tiempo que se puede decir que “Las Sombras” es una banda que suena y se ve de otra época. Por lo menos en apariencia porque a la vez tienen algo, en su presencia en el escenario, en su forma de tocar que indica que se puede tener cosas del pasado sin caer en el.

Era cuestión de tiempo volver a tenerlos en Córdoba. Pasaron veinte meses entre agosto de 2019 y esta noche de mayo de 2021 que tanto se hizo esperar. Primero se hizo esperar durante todo ese 2020. Luego dos días mas, pasando de ser el 7 al 9 de mayo. Y para cerrar tuvo un último pequeño traspié de dos horas. Todo se vuelve cuestión de tiempo para una banda que resulta atemporal a los oídos y la vista.

El show inició a las 21:00hs con Pamela Rudy haciendo su repertorio de canciones como solista. Solamente ella, su teclado, una guitarra, una caja de ritmos y luces que la alumbraban como si una presencia religiosa fuera. Aunque no pueda decirse que religiosa, por lo menos no como se entiende su significado, sí traía un pedido que se volvió muy importante en los últimos años. Mas se suma la desaparición momentánea de los escenarios. Rudy, antes de cerrar pidió: “Por mas mujeres en los escenarios”.

Para las 22:00 hs Las Sombras van adelante, posicionados como los Beatles en el programa de Sullivan. Las cuerdas al frente y la batería atras, sobre su plataforma. Una quinta sombra se suma por la aparición del percusionista.

La última canción que sacaron, Lo que Guardan tus Ojos” fue la primera que tocaron. Sin espacio en medio “El Kinto” fue la segunda, con las voces de Nicolas Lippoli y Julián Picco a duo. Y ese continuum de canciones es una de las marcas en vivo de Las Sombras. Después de dar la bienvenida al público y remarcar la felicidad de estar un año y medio sin escenarios, siguió “Atención Dividida” con un momento Jam al final, extendiendo el solo de la canción y sonando integrada la melodía de “La Frase Habitual” para comenzar con esa canción de su próximo disco.

De ese tercer disco que se viene los cordobeces tuvieron la primicia, la fortuna de estar en ese momento en el que canciones inéditas hasta el momento sonaran. Aunque antes de eso, viejas conocidas. “El Ardor” del primer disco, con su “sonido con sombras del tango…” como describiría la Rolling Stone a la banda y “Espejismo”. “Particular”, “Mas allá”, “El Club de los Nostálgicos” y “El Precio de la Canción” fueron los estrenos de la noche. Su estilo marcadamente del pasado sonó en ese momento, en este presente que ahora es mejor con cada vez mas vueltas de bandas que se vieron frenadas. Y apuntando a ese futuro en el que estás canciones verán la luz oficialmente. Un momento de calma para el público que prestaba atención a las canciones a las que la próxima vez les hará coro. Mas de uno buscó aprender los estribillos en el momento para repetirlos en la segunda vuelta.

Lippoli, que ya había mostrado su energía a la hora de tocar, incluso cuando no tocaba mostraba esa energía siguiendo el ritmo que sus compañeros marcaban, remarcó un hueco legal en los pedidos del club. En las paredes se podía leer el cartel “No bailar ni pararse sobre las mesas”. Sobre eso el guitarrista mencionó: “No dice nada de las sillas”. Seguido de un grito eufórico de la gente, sentirse avalado por alguien para hacerlo, que ese alguien sea parte de quienes te convocan. Una orden que podría obedecerse, pero en el fondo los presentes saben que no es así y es el mismo guitarrista el que pide…por si acaso…que no lo hagan.

Pero si la canción que siguió era “rocanrol del idiota” una verdadera tentación a romper esa regla.

Mauro Lopez dejó su batería. Ya habían mencionado en la entrevista con DeLaViejaEscuela que les gusta reversionar sus canciones. Sin percusiones y un poco mas lenta que la original “Vos y Yo” tuvo en el escenario a Pico, Manuel “hueso” Fernandez y a Lippoli en el escenario, haciendo una puesta en escena melancólica. Con el tercero de ellos sentado en el fondo del escenario, apenas visible gracias a su campera blanca, Fernandez marcando los acordes. Pico al frente, invitando a chasquear los dedos al ritmo de la batería ausente. Como tocaron esta canción a menor velocidad compensaron con la vuelta de Lopez a la batería y tocar “Boggie del Recuerdo” a una velocidad acelerada con respecto a la versión de estudio.

Existe una regla no escrita que indica al músico a no despedirse y luego irse. El músico debe despedirse unas cuatro canciones antes para preparar al público para la marcha. Debe hacer creer que se va, así cuando vuelve el público siente gratificación. De nuevo, es una cuestión de tiempo. Alguien que se despide pero nos da un rato mas de su tiempo para compartir. Pico se despidió, no dio ningún rodeo y junto con Lopez y Hueso, dejó el escenario. Lippoli se queda con luces apagadas haciendo saber que no terminaba ahí. En la oscuridad del escenario una cabellera naranja intenso se hace presente. Rudy volvió. Para juntos, los dos, tocar una versión melancólica de “Blues para los Amigos”. Cuando el resto de la banda vuelve para que el verso “…no te preocupes por mi” pierda en melancólica y gane en intensidad, en rocanrol. Como ya quedó claro, a Las Sombras le gusta fusionar el fin de una canción con el inicio de la siguiente. Por eso este blues y “Vidrios” sonaron como si fueran una sola.

Otra regla para la música en vivo, la canción que mas genere en el público no debe ser la última. “Los Chicos de tu Barrio” fue la mas seguida de la noche, las voces de los músicos se mezclaban con la del público. El solo de la canción se vio dilatado, mantenía una tensión que hacía creer que ese era el momento para resolver la melodía pero no. Era incierto cuanto mas iban a dar de esa canción. Hasta que decidieron que dejaría de ser y pasaría a ser “Anoche”. La regla, la canción intensa como anteultima y la última debe ser una que baje la euforia de volver a ver esta banda a la que el tiempo de estar en los escenarios se le había detenido hasta esa noche del 9 de mayo. Para esta banda a la que el tiempo no le pasa por encima y no les importa que “el rock esté muerto” como a esos chicos del barrio que no les importa si mañana viven o morirán.

Crónica realizada por Santiago Mansilla, fotografías a cargo de Franco Alonso para www.delaviejaescuela.com

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