HUEVO: “¡AGUANTE CÓRDOBA CARAJO!”

Con su original apartado visual y metamórfica naturaleza, Studio Theater recibió a Fly Fly Caroline, locales, y a Huevo, desde Buenos Aires, en una fecha diseñada para calmar toda necesidad musical. Dos bandas estilísticamente muy distintas participaron en una fecha por momentos mística y por momentos groovera. El talento y el profesionalismo fueron comunes a ambos grupos, que ejecutaron sendos setlist de manera impecable.

A las 22:20 rompieron el silencio los cordobeses Fly Fly Caroline, con una performance de expresión corporal en el medio del escenario, que se fue repitiendo en otras canciones a lo largo de la presentación. La banda abrió con una canción inédita, con muchos contrastes. La música etérea, volátil, tan característica de los Fly Fly se mezcló con riffs poderosos y explotados, y con largas secciones instrumentales. Todos los músicos en escena están vestidos de rojo, y maquillados y caracterizados siguiendo una estética tribal, casi ancestral. Siguió Exagero, la canción favorita de quien escribe, sucedida por otra canción aún no grabada en estudio, llamada La noche (es posible encontrar la canción en YouTube, gracias al segmento Cuarto de Música). Se sumaron al escenario la negra Marta en el trombón y Agustín Basualdo en la trompeta, para interpretar Acuarela, una de las canciones icónicas de la agrupación. Se encaderaron tres clásicos de los cordobeses, todas canciones presentes en su hasta ahora único disco: Cuando sea como el viento (con Andrés Arias en el teclado), La soledad y Sentidos Invertidos.

“Compartimos un mensaje de amor y de espiritualidad, que en estos tiempos es jodido” expresó Fernando Uñates, desde atrás de su set de percusión, y es una afirmación que condice con su arte, capaz de movilizar el espíritu de hasta el más escéptico de los mortales. Siguió Vacío, que es tal vez su canción más rockera, y que generó muchos saltos. Uñates también aprovechó para presentar a todos los miembros de la banda, siendo la más aplaudida Caro Merlo, y con buen motivo: siendo esta la tercera vez que escribo una reseña del show de este conjunto, nunca dejó de sorprenderme la calidez y rango de su voz. Y no es solo una apreciación puramente musical, porque también advertí que es su canto el que le da sentido a toda la presentación desde lo estético, siempre haciendo énfasis en lo tribal, primitivo, espiritual. Con un poco de imaginación, es posible imaginar que Carolina le da voz a una especie de espíritu, que busca expresión con sus canciones. Para ayudar a esta historia, prestémosle atención a la letra de Las Ruinas, que es la canción que sigue en el set, y dice: “Y ahora voy, soy viento y color, las vidas pasadas me escoltan. Ya fui de arena, piedra y temblor, lo que no aprendí, es lo que soy”. Perdón por permitirme imaginar tal cosa, capaz soy uno de esos escépticos de los que escribí más arriba.

“Los amo a todos, posta” dijo Caro, para cerrar el show con Mirada infinita, una canción que invita a saltar a todos con su fuerte apartado rítmico. Fly Fly Caroline cerró un show en extremo prolijo, con un sonido ligero, abstracto, casi irreal. Todas las canciones son sentidas, un poco melancólicas. Es una experiencia muy difícil de replicar.

Los de Córdoba dejaron el escenario calentito para que suba Huevo, que ni bien se abrió el telón nos dejó ver a Julián Baglietto con el puño en alto, gritando “¡Hola Córdoba carajo!”. Empezaron su lista con Nos espera, con su pegadizo estribillo. Siguió Tiembla el gato, cuya perfecta simbiosis entre bajo y batería hizo saltar a medio Estudio, seguido de Tonta Luz y Pasan. El groove se hizo visible en muchas oportunidades, con las cabezas de todos los presentes meneándose en unísono con el ritmo. El frontman, siempre buscando y encontrando formas de estar bien cerca del público, se sentó en el proscenio para cantar las canciones más lentas y profundas.

“Quiero que se abra acá, hagan lugar” señaló Baglietto, intentando abrir las aguas como Moisés. Sus intentos dieron resultado, y empezó una breve sesión de freestyle, pasando agenda de muchos temas de actualidad. No podía faltar una alusión al debate en el Congreso sobre la despenalización del aborto, verso que recibió muchísimos aplausos. Sosteniendo en alto el espíritu, sonó Gladys, una canción cuya introducción es capaz de derretir la mente de quien no esté preparado para esa sección recortada, con las bajas frecuencias bien al frente. Las mil diabluras y Carmen de Pantalones fueron completando el set, y que dieron espacio a un exquisito solo de batería de Tomás Sainz, durante el cual nadie podía comprender como semejante solo es ejecutable sin romper unas cuantas baquetas. Siguió Yo le ví, pegado a ¿Qué es esa música abuela?, la canción más fiestera de la banda, y Versos. Uno de los talentos más explícitos del grupo es encontrar el vínculo entre el feeling de los instrumentos, siempre invitándote a saltar o corear los riffs, con lo ingenioso y humorístico de las letras, muy bien escritas.

Para cerrar el show, Baglietto hizo lo que no podía dejar de hacer en un show de Huevo. Empezó gritando “¡Viva Córdoba carajo!”, revoleó su botella de agua, y se sumó al pogo mientras sonaba Un día en serrano, el hitazo. Muy cerca de la 1:30, Huevo coronó una presentación brillante, repleta de groove y de ganas de saltar. Fue una noche excelente para todos arriba del escenario, aunque Tomás Sainz, baterista, merece una distinción especial. Ejecutó su instrumento con una contundencia y soltura excepcionales, y aprovechó su breve solo para dejarnos boquiabiertos. Un aplauso fuerte para los bonaerenses, que son más que bienvenidos a estas tierras, cuando quieran.

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