FUERZA BRUTA: “WAYRA… un choque frontal a nuestra capacidad de sentir”.

Desde el 18 de diciembre del pasado año, la compañía teatral Fuerza Bruta llegó a Mar del Plata para presentar WAYRA, su última propuesta, con la que el conjunto recorrió una buena parte del globo. En este caso, los calificativos habituales para describir una performance artística parecen no ser suficientes. No solo es una obra de teatro, no solo es un show musical, no solo es un circo, no solo es un espectáculo acrobático: es una equilibrada síntesis de todo lo anterior, multidisciplinaria, y reacia a ser clasificada.

En el paseo Aldrey, el shopping ubicado en el edificio de la Vieja Terminal de Mar del Plata, y con una filosa puntualidad, empezó a las 23 horas la función. Sin butacas, y con todos los espectadores de pie, el Centro Cultural de la Estación Terminal Sur estaba preparado para dar espacio a una performance muy particular, que requiere de un acondicionamiento técnico de muy alto nivel. Debido a la naturaleza del espectáculo, y por respeto al arte puesto en escena es que la descripción específica de los números será reemplazada por una reflexión de las sensaciones que ellos generan. Todos los números, sin excepción, tienen algo en común: juegan constantemente con la incertidumbre y la expectativa de los concurrentes que, ingenuos, intentan sin éxito prever lo que sucederá. Desde la perspectiva del artista, las caras de infantil inocencia de la audiencia son el combustible de las sorpresas que se suceden durante toda la función.

Algo que también tiñe a todos las escenas de WAYRA es lo tribal, lo ancestral, la conexión con la tierra y los sentidos. El uso de tambores, bombos y otros instrumentos de percusión acentúan este esquema, además de las coreografías de baile muy enérgicas y con énfasis en el golpe del suelo con los pies. Con este movimiento es que intentan tocar nuestra fibra instintiva de movernos con el ritmo, propósito que se cumple en todos los casos. La disposición de los números es otro factor que juega con la incertidumbre, puesto que se utilizan la totalidad de los espacios en patrones totalmente impredecibles. Junto con lo primitivo e instintivo, otra noción que es posible descubrir a lo largo del espectáculo es lo onírico, jugando mucho entre los sueños y las pesadillas, y difuminando aún más la no siempre indeleble línea entre el sueño y la vigilia, entre la fantasía y la realidad.

Con un show destinado a poner a prueba nuestra sensibilidad, y de no dejar que nuestro intelecto responda a tiempo,  WAYRA estimula nuestra emotividad a través de todos los sentidos. La vista, el oído y el tacto del público son tan protagonistas como lo son los artistas. La interacción entre los actores y la audiencia es constante, y se pone de manifiesto en la multiplicidad (y muchas veces ausencia) de escenarios. Los artistas, entonces, nos invitan a vivir una experiencia multisensorial e interactiva, cuya finalidad es que nos reencontremos, primero, con nuestro costado más irreflexivo e instintivo, y después con nuestra fibra sensorial a flor de piel. La ausencia de un idioma hablado, y la universalidad de los gestos y emociones puestas en juego hacen que toda la puesta en escena sea disfrutable por literalmente cualquier persona, de cualquier edad y en cualquier lugar del mundo.

Tal vez el aspecto más atractivo de todo lo que Fuerza Bruta ofrece es que la única forma de disfrutar genuinamente del show es rendirse ante los artistas, y dejar que estos manipulen nuestra atención y nuestra sensibilidad. Desligarse momentáneamente de nuestro frío análisis y capacidad de previsión es clave para realmente entender que lo está pasando es real, es genuino, una verosimilitud sin la cual el show pierde color.

Crónica y fotografía Remigio Gonzalez Ardanaz para www.delaviejaescuela.com

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