COSQUIN ROCK: "La historia detrás de sus logos"

Baquetas, raíces y hasta una bomba; muchos han sido los logos que han encabezado los 16 años de trayectoria del festival de la montaña, hoy reconocido como el más importante encuentro de bandas dentro del país. Pero el Cosquín Rock no siempre gozó de tal reputación, de hecho, varias veces fue considerado como una suerte de Caja de Pandora, dispuesta a abrirse cada verano. A partir de esa línea, podemos comprender el origen de su logo:
Allá por el principio del milenio, José Palazzo – creador y padre del Cosquín Rock – trabajaba como director de una productora integral de televisión llamada Prointel, junto a él, también se desempeñaba Gustavo ‘El Pelado’ Santillán, que en aquel momento tenía una empresa de edición y diseño. El Pelado, fue quién colaboró con el diseño del primer logo del Cosquín Rock.
Según declaraciones del propio Palazzo, el concepto partió de una brasa caliente que estaban agarrando, debido a que nadie sabía con certezas qué posibilidades tenía el desarrollo del festival en aquél entonces. “Yo había pensado en una película de la serie Indiana Jones, en la que un tipo agarra el símbolo que después refleja la luz donde está el arca perdida y el símbolo se le quema en la mano” cuenta José en su libro Cosquín Rock.
La brasa y la mano. La mano como elemento de trabajo, como símbolo de lucha y fuerza.
Con el tiempo la base del logo fue mutando, adquiriendo diferentes posiciones y objetos:
Quizás el más lioso de los logos fue el de 2004; en la idea original iba a ser una mano haciendo ‘cuernitos’, bien del palo. Pero a Fernet Cinzano, que eran quienes auspiciaban el festival por ese entonces, le pareció un símbolo agresivo. En cambio impusieron un logo de una onda surf, de color… ¡amarillo! (Para quienes no sepan, dentro de la jerga supersticiosa, el amarillo en un escenario equivale a caminar por debajo de una escalera después de haber roto 50 espejos). Hasta el día de hoy, Palazzo sostiene que esa fue la edición más caótica del festival.
La edición 2005 fue la más variada ya que convivieron cuatro logos en el escenario alternativo: uno de rock, otro de punk, otro de reggae y otro de heavy metal. Cuatro manos distintas.
Para la edición de 2009, se mostró una mano echando raíces, un símbolo contestatario para algún que otro vecino de la Comuna de San Roque, que no estaba a gusto con el festival. La mano se aferraba a aquella tierra, pese a que después se trasladaría al aeródromo de Santa María de Punilla.
El logo de 2010 fue realizado por Paula Mangone y Daniel Cardell, encargados del diseño del disco Escultura de Callejeros. Para esa edición, se intensificaron los rasgos en ‘la mano laburante’ queriendo mostrar que ya llevaba diez años de darle y darle. El redondel se desprendió de la mano y los dos elementos formaban un 10.
La mano, pulgar arriba, indicaba que todo estaba ok.
Con el paso del tiempo, la braza fue adquiriendo otras formas menos hostiles y la seguridad de las manos que la sostenían se fue intensificando. Hoy finalmente, el símbolo refleja su luz sobre el arca escondida entre las montañas de Santa María de Punilla.

Realizado por Alejo Saggin para www.delaviejaescuela.com

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